El futuro del trabajo.
¿Hacia dónde vamos?

Por Carmen Gómez-Cotta

Las nuevas tecnologías y la transformación digital parecen estar disolviendo las reglas tradicionales del mundo laboral. Si a esto le sumamos la búsqueda de trabajos mejor remunerados, la necesidad de disponer de más tiempo personal o la persecución de propósitos más acordes a los ideales individuales, el cambio de paradigma hacia un entorno más humano se torna inevitable.

No fue un mal día. De hecho, probablemente fuera uno de los mejores en los últimos años. Un lunes de primavera, María decidió dejar su trabajo. No fue una decisión fácil. Tras casi una década en una empresa de telecomunicaciones, habiendo alcanzado un puesto de responsabilidad y buen sueldo, había algo que llevaba tiempo sin motivarla y la empujaba a replantearse su vida. La cantidad de horas invertidas en la oficina –sumadas a la necesidad de constante disponibilidad- empezaron a pesar, los bonus anuales dejaron de ser suficientes y el revés de la pandemia le hicieron darse cuenta de que sus aspiraciones personales y profesionales ya no estaban alineadas. Iba a cumplir 40, compartía su vida con una pareja con la que quería pasar más tiempo y había dejado de importarle lo que la gente pudiera pensar. Le dio muchas vueltas. Y se decidió: renunció a su trabajo dispuesta a emprender otra actividad laboral que le permitiese disponer de más tiempo libre, mayor flexibilidad y le hiciera sentirse realizada.

RAQUEL ROCA
«Prefiero hablar de inspirar o encandilar más que de retener talento»

Como María, más de 30.000 españoles dejaron sus puestos de trabajo solo en el primer trimestre de 2022, según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Es lo que se conoce como la Gran Renuncia, una dimisión masiva de empleados que afecta a todas las capas sociales y a todos los estratos laborales, y que surgió por primera vez en Estados Unidos a principios de 2021, año en el que casi 47 millones de estadounidenses abandonaron sus empleos, según cifras oficiales.

Los motivos detrás de esta colosal dimisión son diversos: desde la búsqueda de trabajos mejor remunerados hasta el desapego por los valores de la compañía, pasando por la necesidad de disponer de más tiempo para disfrutar de la familia, la motivación por emprender proyectos personales o la persecución de propósitos más acordes a los ideales individuales. Pero también hay una cuestión moral de fondo: “Un cierto nihilismo que le ha quitado al trabajo su carga mortificadora”, apunta José María Lassalle, profesor universitario, escritor, expolítico y ahora consultor privado. “Se ha producido una secularización progresiva del trabajo como un elemento de castigo”, debido a que su “glorificación [lleva a] confundir trabajo con ocio”. Como consecuencia, las personas ahora se replantean cómo quieren y pueden trabajar.

Ante esta situación de aumento de rotación, las empresas se están viendo obligadas a repensar su relación con los empleados, haciendo especial hincapié en el cuidado que les dispensan. Porque cuanto más cuidada y valorada se sienta una persona, más motivada estará y mayor será su compromiso con el proyecto o la compañía. El sentimiento de pertenencia se perfila como una de las claves para retener el talento de los profesionales, para lo cual es necesario alinear los objetivos, la estrategia y el propósito empresarial con los valores de la plantilla.

Un liderazgo basado en la confianza ayuda a desarrollar el sentimiento de pertenencia a la empresa

“Todas las iniciativas que integren a los empleados en el proceso de creación de valor para la empresa generan identificación y orgullo de pertenencia. Que el empleado tenga la posibilidad de aportar valor y que se sienta importante son dos formas muy efectivas de fidelización”, opina César Sánchez, Executive Associate Director de BPM Executive Search, empresa de búsqueda de directivos y consultoría de Recursos Humanos. Desde su punto de vista, las organizaciones culturalmente avanzadas que marcan la diferencia son aquellas en las que se dan “tanto el intraemprendimiento como el fomento de los procesos de cocreación y el pensamiento de diseño”. Y destaca: “Para desarrollar esa cultura de participación, crecimiento e identificación con la empresa es fundamental el estilo de liderazgo basado en la confianza”.

Una vez establecida esa confianza, es más fácil que la relación entre líder y colaborador sea sincera y honesta, de forma que puedan plantearse –de forma recíproca- cuestiones como ¿qué esperas de mí?, ¿cómo lo estamos haciendo?, ¿qué podemos cambiar para hacerlo mejor? Las respuestas surgen del conocimiento y las mutuas expectativas, siendo mucho más fácil consensuar objetivos, alcanzar resultados y crecer. Como explica este profesional de los Recursos Humanos, “debe existir una cultura de entendimiento, apoyo, colaboración y evaluación continua del modelo de trabajo”.

Raquel Roca, experta en temas de competencias digitales y futuro del trabajo y directora del Máster de Gestión del Talento en la Era Digital (La Salle International School), reconoce que más que “retener”, prefiere hablar de “inspirar o encandilar al talento (joven y senior), porque la retención es algo que ya nadie quiere”. Aclarado esto, añade que “las políticas de flexibilidad o teletrabajo, la movilidad, el buen clima laboral o el impacto positivo que [la empresa] genere en su entorno” ayuda a generar vínculos sólidos. “Todo lo que podamos activar con respecto a las motivaciones intrínsecas (bienestar y propósito) siempre serán más fuertes que las extrínsecas (sueldo)”.

Elena Pisonero
«ES INDISPENSABLE QUE LA TECNOLOGÍA ESTÉ AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD Y NO AL REVÉS»

Aun así, el sueldo sigue siendo un aspecto relevante y muchas veces determinante para una parte importante de la población. Cuando una persona tiene sus necesidades básicas cubiertas, poner el salario por detrás de otras prioridades puede ser más fácil; pero no podemos olvidar que el mercado de trabajo tiende a la polarización y que los perfiles menos cualificados se encuentran cada vez con más dificultades para mantener cierta seguridad laboral. Este es uno de los motivos por el que muchos expertos alertan sobre la dificultad de encontrar mano de obra no cualificada en un mercado que todavía sigue generando una demanda de trabajo no cualificado.

Otro aspecto fundamental a la hora de atraer el talento es desarrollar organizaciones donde los empleados tengan voz y se valoren sus opiniones. “Se trata de gestionar el talento sin pensar en el relevo generacional, sino utilizando las capacidades y aptitudes de cada persona independientemente de la edad”, apunta Roca. Es decir, potenciar la convivencia intergeneracional. “El objetivo común es motivar a las personas a través de la gestión de su conocimiento y aprovechamiento de sus soft skills [competencias blandas], estimulando su aportación a distintos proyectos de la empresa”. En este caso, además, la experiencia vital ganada con los años es un grado.
Habilidades más humanas en la era digital

Las nuevas tecnologías y la transformación digital, con la Inteligencia Artificial (IA) y la automatización de los procesos a la cabeza, están modificando las formas productivas y dinámicas laborales. Las rígidas normas y jerarquías imperantes se diluyen a una velocidad rampante dando paso a entornos cambiantes que demandan una mayor flexibilidad y adaptabilidad. Ante esta nueva dinámica, las empresas demandan nuevas habilidades en sus empleados y candidatos. Según Roca, “los profesionales y las empresas deben poner el foco en aumentar aquellas capacidades exclusivamente humanas (soft skills, muy poderosas), que son las que conforman gran parte del perfil knowmad”: ese trabajador que no conoce fronteras, que es flexible, creativo y colaborativo y que entiende que vivir es un proceso continuo de aprendizaje, donde adquirir nuevos conocimientos es la herramienta clave de supervivencia para adaptarse a las nuevas exigencias del mercado.

Cada vez es más frecuente que máquinas y robots desempeñen ciertas tareas, aquellas conocidas como hard skills (esas habilidades y conocimientos técnicos necesarios para desempeñar una actividad), que gracias a la IA y el machine learning ya no son exclusivas de las personas. Y en ese punto de interacción entre humanos y máquinas se abre un nuevo horizonte de nuevas oportunidades.

La clave del éxito radica en establecer relaciones lo más productivas y beneficiosas posibles entre humanos y máquinas, para lo cual es indispensable “que la tecnología esté al servicio de la sociedad y no al revés”, señala Elena Pisonero, consultora independiente y gran conocedora de temas relacionados con la cuarta revolución industrial (o revolución 4.0). Una hibridación que, aunque posible, “exige un esfuerzo importante”, reconoce. Desde su punto de vista, la primera pregunta que debemos plantearnos es cómo podemos “desarrollar esa capacidad para cuestionar y analizar de manera crítica los problemas que tenemos, con una visión innovadora y utilizando nuestras herramientas al alcance para dar nuevas respuestas”.

¿CÓMO PODEMOS DESARROLLAR
LA CAPACIDAD PARA ANALIZAR DE MANERA CRÍTICA LOS PROBLEMAS?

Tal capacidad de análisis y reflexión debe exceder al mero ámbito empresarial y abarcar el plano social en su conjunto. El mercado laboral en particular y la sociedad en general, necesitan profesionales y ciudadanos críticos, comprometidos y resolutivos, capaces de desarrollar un pensamiento analítico que aporte soluciones a las distintas situaciones sociolaborales que aparecen en el día a día. Para ello, es vital “tener acceso a información de calidad”, reconoce Pisonero; algo que pasa por “fomentar debates que partan del respeto [y] la tolerancia, de manera que se puedan escuchar distintos puntos de vista con calma, haciendo valer cada uno sus argumentos, aportando datos”. Y para que esto suceda, se necesitan “espacios públicos de debate (redes y todos los medios de comunicación actuales) que tengan como responsabilidad esencial la labor de moderación”, añade.

Los desafíos y oportunidades que conlleva la adaptación del empleo a la digitalización, la robotización y los nuevos procesos productivos son complejos e implican muchas voces y reflexiones que deben tenerse en cuenta. Desarrollar espacios de trabajo lo más humanos y sostenibles posibles es una tarea que atañe tanto a las empresas como a las administraciones públicas y la sociedad civil, y en la que todas las esferas deben trabajar codo con codo. Porque como recuerda Pisonero, tenemos que “aprovechar al máximo [esta] revolución industrial basada en la tecnología, pero siempre teniendo como referencia y propósito el mejor desarrollo de la Humanidad”.

OTROS POST QUE TE PUEDEN INTERESAR